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Chaclaya el poblado a mitad de todo y en medio de la nada.

Por: Fabia López, Renata Pacheco, Ángeles Collado y Mikaela Diaz. Colaboración docente: María Isabel Benítez.

Manos que ayudan, corazones que crecen: La Misión Solidaria SS.CC

Cada año, el colegio De Los Sagrados Corazones organiza una misión solidaria dirigida a comunidades rurales. Este año el destino fue Chaclaya, una localidad entre los límites de Arequipa y Moquegua. Por su ubicación está a mitad de todo y en mitad de la nada, por esta razón los pobladores suelen quedar al margen de la atención del Estado.

Como alumnas, ante la posibilidad de contribuir con comunidades que viven realidades desafiantes, sentimos el compromiso de hacerlo con nuestro granito de arena. Por eso, la promoción “Henriette Aymer 2025” representó a toda la institución educativa en la misión llevada a cabo por tres días y dos noches. También participaron los tutores, docentes y otros miembros del colegio. Todos guiados por una vocación de servicio para brindar ayuda material, emocional y espiritual.

La misión no solo llevó víveres, ropa o útiles escolares. También fue una oportunidad para compartir tiempo, esperanza y aprendizaje. Previo al viaje, la Pastoral organizó los “Días de la Solidaridad”, donde se recolectaron alimentos, ropa y artículos de higiene; involucrando a todas las personas. La donación fue bien distribuida para que llegue a quienes más lo necesitaban.

Ya en Chaclaya, preparamos sesiones educativas y actividades artísticas centradas en la autoestima, los valores y el trabajo en equipo; que desarrollamos con los niños, jóvenes y adultos de la comunidad.

Esta experiencia confirmó que la misión contribuye al desarrollo integral de las estudiantes; al fortalecer valores, potenciar habilidades socioemocionales y generar una profunda conciencia social.

Primeramente, la misión fortalece valores fundamentales, como la solidaridad, la empatía y el respeto. Al convivir con personas que enfrentan condiciones de vida difíciles, salimos de nuestra zona de confort y desarrollamos una sensibilidad social; difícil de alcanzar a través de contenidos teóricos.

En segundo lugar, potencia habilidades como: la resiliencia, el trabajo en equipo, la comunicación y el liderazgo. Afrontar los desafíos logísticos de la misión, adaptarse al entorno rural y resolver problemas inesperados nos exige poner en práctica capacidades que difícilmente se trabajan en un salón de clases. 

Por último, despierta una conciencia social, crítica y responsable. Somos testigos de la falta de acceso a servicios básicos, de las limitaciones económicas y de la desigualdad; lo que nos impulsa a reflexionar y a comprometernos con un país más justo. Todo ello es parte del propósito del colegio: “Amando, educamos, humanizamos y transformamos corazones”. 

Es así que, la misión SS.CC. no es solo una actividad de ayuda social; es una experiencia formativa y transformadora. Deja un impacto duradero en ciudadanas comprometidas, como agentes de cambio. Es un faro de esperanza en un mundo que necesita transformación.

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