Por: Rosario Vásquez (15)
La inteligencia artificial, antes vista como ciencia ficción, hoy forma parte de nuestra vida y educación. No busca reemplazarnos, se ha convertido en herramienta clave en la escritura, siempre que se use con ética.
Podemos tener muchas ideas, pero cuesta expresarlas. En un ensayo, la IA ayuda a organizarlas y a superar el miedo a la hoja en blanco. Por eso el “prompt” es clave: dar instrucciones según lo que necesitamos. La IA debe entenderse como un apoyo, no como quien hace todo por nosotros.
La IA enriquece el vocabulario, la cohesión y los formatos académicos. A menudo olvidamos estos aspectos, pero la herramienta los revisa con rapidez y da seguridad al escribir. Incluso orienta en normas como el formato APA, fortaleciendo mi voz y ayudando a expresar con claridad. Aprender a usarla es clave para adaptarnos a lo nuevo. Su alcance va más allá de los textos: En matemática, guía como tutor; en idiomas, corrige y enriquece; y en ciencias explica lo complejo de forma sencilla. Así fortalece el aprendizaje integral y nos prepara para los retos del futuro.
Es así que, la IA no es negativa en la educación; el reto está en usarla éticamente. Colegios y docentes deben incentivar su aplicación, pues lejos de ser amenaza, es aliada del aprendizaje. Con responsabilidad, se convierte en un recurso clave para un futuro comprometido y transformador.
