Por: Sebastián Huerta Obando
Planteamos acciones concretas ante la fragilidad ambiental de la ciudad
Heredar un mundo no solo es el hecho de recibir un regalo, también es una carga de un valor inigualable que, día a día, nos invita a apreciarlo y cuidar de él con responsabilidad y alegría para que futuras generaciones puedan disfrutar de todas las cosas maravillosas que nos brinda.
La conciencia ambiental no es una extravagancia moderna, es un requito esencial para la vida. El calentamiento global, la basura del mar, la tala de árboles y la extinción de especies son signos de una enfermedad del estilo de vida al que nos hemos acostumbrado. Según el Programa de Medio Ambiente de la ONU, cada año desaparecen más de 10 millones de hectáreas de bosque. De igual forma, el uso descuidado de recursos y los hábitos desechables han hecho de la Tierra un lugar cada vez menos respirable
Afortunadamente, algunos países han demostrado que el cambio es posible. Naciones como Singapur, que carecen de paisajes naturales significativos o bosques abundantes, han demostrado que una fuerte conciencia ecológica puede prosperar incluso en áreas urbanas densamente pobladas y muy contaminadas. Singapur cuenta con más de dos millones de árboles y tiene un estricto sistema de planificación urbana a favor de las plantas. Desde huertos que se alzan hacia el cielo hasta cubiertas vegetales en edificaciones, todo responde a una estrategia ecológica de largo plazo. La educación ambiental comienza desde la infancia. Allí, cuidar un árbol no es una opción: es un deber.
Mientras en otros países cada metro cuadrado verde se protege como un tesoro, en Arequipa los perdemos. Según el Plan Regional de Reforestación y Arborización de Arequipa 2009–2028, el 70% del territorio regional está catalogado como desierto y el 30% restante presenta condiciones de semi-desierto. No tenemos muchos árboles, por el contrario, parece haber demasiados carros.

IDEAS QUE NO SE HACEN HUMO
Frente a esta realidad, urge una respuesta colectiva que no se limite a la preocupación, sino que se traduzca en compromiso y acción. En ese contexto, el proyecto “Adopta un Parque”, impulsado por el colegio Domingo Savio desde el año 2016, representa una esperanza sembrada en tierra firme. Esta iniciativa educativa y ambiental ha dejado huella en distintos distritos de la ciudad, movilizando a estudiantes, docentes y familias en jornadas de arborización, limpieza y recuperación de espacios públicos de Cerro Colorado, Yanahuara, Cayma, Tiabaya, Yura, José Luis Bustamante y Rivero, entre otros. En cada intervención, más allá de plantar árboles, se cultivan conciencias.
El impacto del proyecto se ve y se respira: más de 5 mil árboles plantados, decenas de parques revitalizados y una comunidad educativa que ha asumido un rol protagónico en la construcción de una ciudad más verde y consciente. Además, el proyecto ha inspirado a otras instituciones a replicar la iniciativa, generando un efecto multiplicador en la cultura ambiental de Arequipa. Un Gallardete Ambiental, otorgado por la UGEL, solo reafirma nuestro compromiso con la educación ambiental.
Cada metro cuadrado que cobra vida es un obsequio al futuro. Esto no es una tarea opcional, es una misión que nos pertenece a todos.

















