No puede haber un aprendizaje profundo sin sensibilidad.
Por: Sebastián Huerta Obando (17)
El arte es el lenguaje secreto con el que las emociones encuentran su forma, el espacio donde la creatividad respira y donde las personas descubren que dentro de ellas habita una fuerza capaz de transformar su propio mundo. En el ámbito educativo, el arte deja de ser un complemento para convertirse en un eje vital de formación: una ruta que invita a explorar sensibilidad, expresión, disciplina y sentido de identidad. A través de la danza, la música, el canto y la creación visual, los estudiantes viven una experiencia que trasciende la teoría para convertirse en vivencia, expresión y descubrimiento personal.
Desde las aulas hasta los escenarios, cada disciplina artística se transforma en un puente que conecta a los estudiantes consigo mismos y con los demás. La danza es un diálogo sin palabras. En ella encuentran la libertad de mover aquello que a veces no pueden decir. La danza es ritmo, sí, pero también memoria, precisión, fuerza y sensibilidad. Es el punto donde el cuerpo se vuelve poesía, donde cada gesto guarda un mensaje y cada coreografía se convierte en un relato propio. Más allá de la técnica, aprenden a trabajar en equipo, a confiar en el proceso y a reconocer que el arte también exige constancia, autocontrol y valentía. Cada ensayo es una lección de perseverancia y cada presentación, un recordatorio de que el cuerpo tiene su propia voz.
La música, por su parte, es una historia escrita con notas y silencios. Tomar un instrumento implica más que ejecutarlo: requiere comprender que detrás de cada melodía hay disciplina, escucha, sensibilidad y emoción. Los más pequeños descubren el universo musical desde el juego y la experimentación, mientras que los estudiantes con mayor recorrido desarrollan la madurez artística que nace de años de práctica y compromiso. En cada ensayo aprenden a esperar su tiempo, a acompañar, a sostener el ritmo del conjunto. No solo interpretan piezas; narran emociones, construyen atmósferas y elevan el alma del público.
Pero el arte también vive en la creatividad visual, en los proyectos interdisciplinarios que revelan que el arte está en todas partes: en la manera de contar una historia, en la interpretación de un personaje, en los colores que plasman una idea en un mural, una maqueta o una puesta en escena. La expresión artística enseña que absolutamente todo puede convertirse en un medio de comunicación: un gesto, una imagen, una palabra, un movimiento, un silencio.
“EXPRESARTE 2025” del colegio Domingo Savio es mucho más que una feria de demostración artística, es un punto de encuentro donde la creatividad, la emoción y el espíritu colectivo de nuestra comunidad educativa se funden en un mismo latido. Cada año, esta actividad nos recuerda que el arte no solo se contempla, también se vive, se siente y se comparte. En cada presentación, en cada trazo y en cada nota, se refleja el esfuerzo, la pasión y la identidad de los estudiantes, quienes encuentran una oportunidad para expresar lo que son, lo que sueñan y lo que los mueve.
No solo es una vitrina de talento, también es un escenario de transformación, donde el arte se convierte en un lenguaje común que une a generaciones, emociones y formas de pensar.
Desde el inicio, el ambiente tenía una energía especial. Familias enteras esperaban con ilusión, y los estudiantes, entre nervios y sonrisas, se preparaban para brillar. Los elencos de baile —desde los más pequeños de inicial hasta los jóvenes de secundaria— interpretaron coreografías rebosantes de vida. Hubo momentos tiernos, llenos de dulzura, así como números vibrantes que despertaron aplausos espontáneos. La danza mostró su versatilidad: fue elegante, fuerte, delicada, divertida. Cada grupo llevó su propia esencia y contó una historia distinta, dejando en claro que el movimiento puede transmitir lo que a veces las palabras no alcanzan a decir.
En esta edición, el brillo musical ha tenido un lugar especial gracias a la participación de la Big Band y la Mini Band, agrupaciones que son un verdadero orgullo. La energía de sus interpretaciones, la sincronía de sus melodías y la dedicación que se percibe en cada acorde nos invitan a reflexionar sobre el poder de la música como herramienta de unión y crecimiento. La Big Band, con su fuerza, madurez y estilo, representa la consolidación del talento que se cultiva con disciplina y constancia en las aulas.
Por su parte, la Mini Band simboliza el entusiasmo, la curiosidad y la promesa de nuevas generaciones que comienzan a recorrer el hermoso camino del arte musical. Juntas, ambas agrupaciones demuestran que la música es mucho más que un conjunto de sonidos: es emoción, es historia compartida, es una forma de construir comunidad.
En nuestros colegios el arte no debe ser solo creatividad, también un puente para expresar emociones, estimular mentes e inspirar innovación. A través de ello, se forman personas integras con una alta visión humanista basada en el desarrollo intelectual, emocional y espiritual, propiciando experiencias y aprendizajes significativos que les permita trascender y transformar la sociedad hacia el bien común.
El coro añadió un toque profundamente emotivo con interpretaciones navideñas que resonaron en todo el complejo educativo. Sus voces, unidas en un mismo espíritu, crearon un ambiente de armonía que invitaba a cerrar los ojos y simplemente sentir. Fue un momento lleno de luz, donde cada nota parecía abrigar al público con la calidez propia de la temporada.
Lo que hace especial a este tipo de actividades es el espíritu que las sostiene. Es un recordatorio de que el arte no es un lujo, sino una necesidad del alma; que no existe aprendizaje completo sin emoción, ni conocimiento profundo sin sensibilidad. Cada estudiante que sube al escenario, que muestra una pintura o que interpreta una melodía, está compartiendo una parte de sí mismo con los demás.
Por ello, esta cita representa uno de los momentos más esperados del año escolar en el Domingo Savio, porque en él se respira alegría, orgullo y esperanza. La emoción de los aplausos, las risas y los gestos de admiración entre compañeros y familias nos recuerdan que el arte tiene el poder de acercarnos, de hacernos más humanos.
Así, el “Expresarte” trasciende los límites de una feria escolar; es un homenaje a la creatividad, un tributo a la humanidad y una afirmación de que el arte es, y siempre será, un corazón que late.






















